Julio Viera

Julio Viera Fleitas (1934-2023)

Nace el 8 de julio de 1934 en Las Palmas de Gran Canarias, en el barrio marinero de San Cristóbal. Desde niño siente una fuerte atracción por el dibujo, para los que emplea cualquier elemento que tiene a mano por realizarlos (tinta de calamar, especias, tiza, …etc). En su juventud se forma en la escuela libre Luján Pérez, con el director Orlando Hernández. A los 16 años realiza su primera exposición en la Galería Wiot, en el céntrico barrio Triana de la capital de Gran Canarias. A los 17 años ya quiere ser un genio y se auto-compara con Picasso, Dalí y Miro. En 1957, con tan sólo 23 años, inicia un viaje trascendental en su vida y que marcará su carrera artística; se marcha a Bélgica, a trabajar a las minas de carbón.

El propio artista, que dentro de su habitual ironía se autodenominaba «el genialísimo», reconoció que su estancia en Bélgica, a finales de los años 50 del pasado siglo, fue determinante para su trayectoria artística, ‘aventura’ que siempre consideró clave como fuente de inspiración y para su desarrollo personal y artístico posterior. En 1958 tomó parte en la Exposición Universal celebrada en Bruselas.

Al siguiente año viaja a Roma, donde aprende de la pintura renacentista estudiando los trazos de los grandes artistas del quattrocento y el cinquecento; Bellini, Botticeli, Da Vinci, Miguel Ange, Rafael y Tiziano. En su periplo, llega a Madrid, donde aprende de la pintura de Velázquez, el Greco (que dejará huella en su obra) y el Bosco, entre otros. Al fin llega a París, donde residirá una década.

En la capital francesa se convierte en todo un personaje de Montmartre, tanto por sus creaciones artísticas como por las excentricidades que siempre marcaron su carácter y su manera de convivir con el día a día. Conoce a Pablo Picasso, cuya influencia es clara en su obra, y nace la amistad y admiración que siempre tuvo con Salvador Dalí.

En 1968, contrariado por el movimiento estudiantil del mes de mayo, sale de París y sigue viajando por todo el mundo; Berlín, California, Moscú y México, entre otros países. En este último, contacta y entabla amistad con su admirado actor Mario Cantinflas. En los inicios de la década de los noventa presenta su obra monumental ‘La Playa Fantástica’, un mural de 30 metros que decora la fachada del supermercado “Mercoisa”.

Establecido ya en Mallorca, ven la luz las piezas ‘El Cristo Negro’ y ‘El Cristo del Atlántico’, que entregó al papa Pablo VI y publica ‘La quijotesca locura de llamarme El Genialísimo’, de la que nace el término con el que se autodefinía este grancanario (chacalote) viajero. Entre sus piezas más destacadas figuran el mural de grandes dimensiones ‘La Playa Fantástica’.

En 1996 rinde homenaje a Goya. A lo largo de esta década sus cuadros de arlequines se exponen en los escaparates de la prestigiosa ‘Relojería Alemania’ en la gran vía comercial de la capital mallorquina Jaime III. De nuevo, en la búsqueda de un lugar donde establecerse, llega a Mallorca, donde fijará su residencia mientras alterna su vida tranquila en la isla con sus viajes a Roma. En la década de los ochenta seguirán sus viajes por todo el mundo y sus exposiciones y publicaciones.

Por su 80 cumpleaños (año 2014) se desarrolló una exposición de homenaje en Las Palmas de Gran Canaria, pero no acudió a la inauguración para «no eclipsar» su propia obra, tal y como dijo.

Fue titulado por el Real Conservatorio Profesional de Danza de Madrid y graduado en Coreografía y Técnicas de Interpretación de la Danza por el Ministerio de Educación, desarrollando su trayectoria, tanto su formación como su carrera profesional, dentro y fuera del país.

En la agrupación alemana Staatstheater Darmstadt, es donde ha pasado los últimos años bailando, coreografiando e impartiendo clases como maestro de baile de la compañía. La casa de Bernarda Alba, Macbeth, EvitaLast Minute, algunos de los montajes estrenados por la compañía alemana, en los que el bailarín ha destacado. Además, películas como El otro lado de la cama, Pasos de baile, Atómica y El grito en el cielo, así como diversos trabajos para televisión y teatro musical, completan la trayectoria de Julio Viera, en la que también sobresale su labor como docente en numerosos centros y espacios.

También cultivó la escultura, la escritura, el diseño de joyas, la música, el teatro, el cine y hasta publicó durante años artículos satíricos en prensa. Siempre bajo un prisma surrealista, onírico y cercano a una razón que sólo él, dentro de su muy personal universo, era capaz de plasmar con maestría y un lenguaje propio.

Fallece el 27 de agosto en Mallorca, a la edad de 89 años.

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